El árbol de Navidad alcanza protagonismo en estas fechas que se acercan por el papel que desempeña, tanto a nivel decorativo como simbólico. Su historia hunde las raíces en las creencias de los antiguos druidas de Europa central, que en su consideración sagrada de los elementos de la naturaleza, adornaban un árbol de hoja perenne coincidiendo con el solsticio de invierno. Con la evangelización posterior de estos pueblos, los cristianos ajustarían el simbolismo del árbol a la celebración del nacimiento de Cristo.
Más recientemente, parece que la costumbre de adornar el árbol navideño se inició en Alemania y Escandinavia en los siglos XVI y XVII, extendiéndose posteriormente por otros países europeos. A España, la tradición llegó en 1870; durante las navidades de ese año se colocó por primera vez un árbol de Navidad, y fue en Madrid , en el desaparecido palacio de Alcañices situado en el Paseo del Prado, esquina con la calle de Alcalá.
A la hora de comprar un árbol navideño para decorar nuestro hogar, debemos saber que existen viveros especializados en este producto, siendo las más empleadas para este fin las especies Abies nordmanniana y Picea excelsa. La primera tiene una hoja más bonita, pero la segunda crece más rápido y resulta más económica.
Lo más recomendable es comprar una planta cultivada en maceta, de manera que una vez pasadas estas fechas podamos mantenerla como planta de interior o incluso plantarla en el exterior. Esta última opción es la que mejor se adaptaría a su propia naturaleza, pues de ningún modo resulta aconsejable someter a los abetos o pinos a las altas temperaturas de la calefacción del hogar.
Si no tenemos otra opción, o deseamos mantener la planta en el interior, debemos meterla en un tiesto grande, alejada de fuentes de calor, regándola cada 3 días, pulverizando con agua sus hojas, e intentando que les alcance la ventilación del exterior.
Y, en cualquier caso, siempre queda la alternativa del árbol artificial, que debe guardarse para ser reutilizado el año próximo.
Más recientemente, parece que la costumbre de adornar el árbol navideño se inició en Alemania y Escandinavia en los siglos XVI y XVII, extendiéndose posteriormente por otros países europeos. A España, la tradición llegó en 1870; durante las navidades de ese año se colocó por primera vez un árbol de Navidad, y fue en Madrid , en el desaparecido palacio de Alcañices situado en el Paseo del Prado, esquina con la calle de Alcalá.
A la hora de comprar un árbol navideño para decorar nuestro hogar, debemos saber que existen viveros especializados en este producto, siendo las más empleadas para este fin las especies Abies nordmanniana y Picea excelsa. La primera tiene una hoja más bonita, pero la segunda crece más rápido y resulta más económica.
Lo más recomendable es comprar una planta cultivada en maceta, de manera que una vez pasadas estas fechas podamos mantenerla como planta de interior o incluso plantarla en el exterior. Esta última opción es la que mejor se adaptaría a su propia naturaleza, pues de ningún modo resulta aconsejable someter a los abetos o pinos a las altas temperaturas de la calefacción del hogar.
Si no tenemos otra opción, o deseamos mantener la planta en el interior, debemos meterla en un tiesto grande, alejada de fuentes de calor, regándola cada 3 días, pulverizando con agua sus hojas, e intentando que les alcance la ventilación del exterior.
Y, en cualquier caso, siempre queda la alternativa del árbol artificial, que debe guardarse para ser reutilizado el año próximo.
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