
Seguramente la expresión “arte topiario” os resulte algo extraña, pero así se denomina a la poda artística de los arbustos para convertirlos en auténticas esculturas vivas. La palabra procede del latín “topiarius”, en referencia a aquellas personas que en la antigua Roma se dedicaban a cuidar los jardines, y que gozaban de gran prestigio.

Para aquéllos que se decidan a iniciarse en esta técnica, especialmente los impacientes, puede ser recomendable plantar los ejemplares de forma escalonada; de ese modo siempre habrá alguno listo para la poda.


El arte topiario se suele ejecutar sobre árboles y arbustos de hoja perenne, buscando especies de crecimiento compacto y hoja pequeña. Algunos recomendables son:
Boj. Especie longeva, de lento crecimiento y adaptable a la mayoría de climas. Muy apropiado para formar un seto o como elemento de atención central del espacio.
Laurel. Adecuado en climas templados. No es complicado hacer con él formas geométricas.
Acebo. Requiere para su desarrollo los climas fríos. Puede podarse en forma de cono o con tronco y una especie de bolita en la parte superior.
Tejo. Es una especie de lento crecimiento, por lo que permite controlar y trabajar mejor las formas perseguidas, que pueden ser las tradicionales (esférica o cónica).
Eugenia. Arbolito menos denso que otras especies, cuya principal ventaja es que puede ser plantado y cultivado en espacios reducidos como contenedores para la decoración de terrazas.
Lo que sí hay que tener es constancia en la poda para mantener las formas de las distintas figuras. Una referencia puede ser una medida de 16 cm. como máximo para el crecimiento de los brotes, ya que a partir de ahí el topiario pierde su atractivo.
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