Los rincones demasiado tristes o impersonales de la casa o del jardín pueden llenarse de vida colocando unas plantas en cualquiera de los variados recipientes que encontramos en el mercado. Un buen ejemplo lo tenemos en los cestos colgantes, que pueden resultar perfectos para la entrada de la casa, en el porche o en los muros posteriores. Fuera de casa darán una bienvenida colorida y alegre a los lados de la puerta principal. En la terraza o balcón sirven para recubrir paredes y barandillas. Dentro de la casa pueden flanquear un ventanal. En cualquier caso, deben fijarse utilizando cadenas o cuerdas que penden de un gancho, el cual ha de sujetarse convenientemente a la pared.
Una vez elegido el lugar más apropiado para su colocación desde el punto de vista estético, no deben perderse de vista los aspectos prácticos como son que el sitio esté resguardado del viento, o que la altura a la que los situemos no entorpezca el tránsito de personas.
Podemos conseguir un atractivo y elegante conjunto si diseñamos atentamente la distribución de los cestos colgantes en el jardín. Además, también podemos ir modificando el efecto resultante si renovamos la composición a lo largo del año.
Son numerosas las plantas apropiadas para cestos colgantes, tanto para interior como para exterior; incluso algunas son aptas para ambos ambientes, como las begonias, las cintas, la hiedra o la planta del dinero. Lo que sí necesitan todas es un riego frecuente, especialmente en verano, pues el espacio para las raíces suele ser escaso.
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